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SIEMPRE NOS FALTA ALGO

Las sociedades más felices y satisfechas no suelen ser las que más tienen, sino las que mejoran más sus condiciones de vida colectiva. Igualmente, se produce una gran depresión social cuando una ciudadanía ve estancado su progreso, o el de sus generaciones siguientes. Una fábula muy descriptiva demuestra el valor del crecimiento, más que el punto de partida.

SIEMPRE NOS FALTA ALGO

Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente muy feliz. El rey estaba indignado y no conseguía explicarse por qué su paje era feliz viviendo casi en la miseria. Llamó al sabio de la corte, quien le pidió una bolsa con 99 monedas de oro para una prueba. Pusieron al alcance del criado el dinero, con una nota que decía: «Este tesoro es tuyo. Disfrútalo». El sirviente lo recogió y contó las piezas: 99. «No puede ser», se dijo, y las recontó varias veces. Escondió aquel capital, al tiempo que calculaba cuánto tiempo debería trabajar para conseguir su moneda número cien.

Su optimismo, propio de quien había ido mejorando con el servicio al rey, desapareció para siempre: Había entrado en el «círculo del 99%», de quienes tienen casi todo y se agobian intentando la plenitud. Antes , había ido progresando del 1 al 2%, al 3%,… pero ahora se enfrentaba a una mejora imposible.

Todos hemos sido educados en esa necia suposición, de que siempre nos falta algo para estar completos, y sólo así gozar de lo que se tiene. Nos enseñaron que la felicidad debe esperar a completarse… Y como siempre falta algo, nunca se disfruta de la vida. Cambiemos para saborear nuestros tesoros presentes y para incrementarlos modestamente con gozoso entusiasmo.