El maestro zen le encargó al discípulo que cuidara del campo de arroz. El primer año, el discípulo vigiló que nunca faltase el agua necesaria. El arroz creció fuerte y la cosecha fue buena. El segundo año, el discípulo tuvo la idea de añadir un poco de fertilizante. El arroz creció rápido y la cosecha fue mayor.
El tercer año, colocó más fertilizante. La cosecha fue aún mayor, pero el arroz nació pequeño y sin brillo. –
«Si sigues aumentando la cantidad de abono, la cosecha del año que viene no tendrá ningún valor «- dijo el maestro.
» Fortaleces a alguien cuándo lo ayudas un poco. Pero si lo ayudas demasiado, lo debilitas » Paulo Coehlo.