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SAN VALENTÍN: Día de los enamorados

Una fecha clave para las parejas y como sucede con todos los aniversarios significativos, genera sonrisas y penas. De los que pueden confirmar su amor no diré nada, porque creo sinceramente que cuando algo está bien, no hay que analizarlo. Se disfruta.

El problema es cuando esto genera lágrimas. Porque alguno se la pasó por alto, porque no estuvo a la altura de las circunstancias, porque no respondió a las expectativas. Y ese es el gran problema, las expectativas. Siempre lo es. Los medios nos inundan de modelos que la realidad no puede imitar.

Por eso elegí este día como disparador para hablar de los vínculos reales. Los que se hacen con la otra persona y van adaptándose a las circunstancia. Si, es que el vínculo es una estructura dinámica, viva; el amor es más estable pero la energía que ponemos en el otro va variando. A veces le prestamos más atención, otras no es posible porque el afuera es demasiado intenso. Pero el problema no es ese cambio de actitud, sino lo que hacemos con el mismo. ¿Tratamos de darnos igual un espacio de intimidad para volver a conectarnos con el otro? ¿Planteamos la situación? ¿Cómo?

Reprochar, reclamar, que por cierto no son la misma cosa, lleva a resultados parecidos: justificación (en el mejor de los casos), culpa, mentira, hartazgo, réplica y reproche de situaciones semejantes cometidas por el otro.
Es importante ser conscientes de lo que estamos desatando cuando decimos algo. No importa lo cierto que sea. En los vínculos el Cómo es más importante que el Qué. No es que haya que hacer un curso para hablar con la pareja, pero sí saber que nuestras palabras trasmiten más de lo que dicen y los silencios también. Ser conscientes de los mensajes que le damos al otro y a nosotros mismos.
Cuando decimos: “Ni siquiera pido que sea romántico, sólo que me tenga en cuenta”. ¿Qué estamos diciendo? ¿Que somos un mueble, que nos ignora?

¿Qué alguien se olvide de este día es una falta de registro? O podría significar que no le da importancia a las fechas, que está ocupado en otras cosas, que tiene otra manera de expresarlo. ¿En cuáles situaciones lo siento conectado conmigo? ¿Estaremos con el piloto automático y no nos dimos cuenta? Si así fuera, el reclamo o el reproche no ayudarán a cambiarlo. Al contrario provocan alejamiento. Tampoco sirve hacer que no pasó nada. Pero para poder hablar es fundamental tener claro qué sentimos frente a una situación, qué creencias nuestras se ponen en juego. Después de reconocer que lo que sucede, así sea San Valentín o cualquier otro evento, está poniendo en juego al sujeto en la totalidad y que desde allí se conecta con el otro, recién entonces la relación crece, madura, se adapta a lo que viven momento a momento.