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Las Fiestas No Siempre Felices Pero Profundamente Sentidas

Para esta época todos recibimos saludos de buenos augurios y junto a los buenos deseos se filtra un mandato de felicidad que, por momentos, es tan fuerte que, quienes no tienen la fortuna de estar pasando por una buena racha piensan en recluirse para no “arruinar” la fiesta a los otros. Creo que es importante recordar el significado profundo de estas fiestas: Renacer.
En casi todas las culturas y tradiciones se festejaron los cambios naturales solsticios y equinoccios, de una manera especial, asociándolos a fiestas importantes que tienen por objeto ponernos en armonía con la naturaleza, recordándonos que nosotros también seguimos su ley.
No ha sido casual que la Navidad coincida con el solsticio de invierno en el hemisferio norte; después de un otoño cada vez más oscuro que culminará el 21 de diciembre con el día más corto del año, el sol renacerá alargando los días que irán ganando luz hasta el próximo solsticio (de verano).
En la Antigüedad se festejaba la ceremonia del Dios Mitra (Dios persa que simbolizaba al sol) al sol vencedor; dado que era una fecha tan popular para los romanos, se tomó el 25 de diciembre como día de nacimiento de Jesucristo, el gran nacimiento para toda la cristiandad. En el hemisferio sur los Incas celebran el 21 de junio la fiesta de Inti Raymi que es también del renacimiento del sol.
Esta asociación de fechas y festejos pretende ser inclusiva. Más allá de la creencia religiosa creo importante recordar que todos tenemos la posibilidad de renacer.
Renacer no es sinónimo de felicidad, sino de esperanza, de trabajo, de esfuerzo. Habrá que ponerse en contacto con la interioridad y comprometernos con la vida.