¿La Muerte Es Un Castigo?
La industrialización no fue solo de objetos. El hombre comenzó a perder ese contacto personal con la naturaleza y también consigo mismo. Nietzsche a principios de siglo XX consigna este hecho y anuncia la muerte de Dios. ¿Qué quiso decir el filósofo? En mi humilde entender nos estaba diciendo que Dios era una idea en la que cada vez menos gente creía. Pero Nietzsche no era un ateo, cuando escribe Así hablaba Zaratustra nos quiere conectar con esa fuerza que puede transformarnos en un hombre superior. Lo cito en este artículo porque creo que pinta muy bien la desvitalización que sufrió lo Sagrado.
Pero esto tuvo consecuencias más serias, si el Dios que nosotros nos representamos desaparece, estamos absolutamente solos, arrojados a un mundo que pareciera carecer de sentido. Es el mundo de Ulises de Joyce que no tiene un dios que lo mire, que no proyecta nada, porque su vida se reduce al instante presente. El autor recorrerá sus 24 horas de acciones y pensamientos cotidianos absolutamente insignificantes. Muchos artistas del siglo XX ahondaron en esta relatividad filosófica y moral. Los estructuralistas dirán que no existe un único centro como se creyó hasta el momento, nosotros ponemos el eje en algo que puede ser Dios, el hombre, la ciencia o lo que fuera. Para ellos no existe nada que naturalmente nos centre. Protágoras en el siglo de Pericles hablaba de que todo era discurso y que éste creaba la realidad.
Pero si retomamos la idea de Dios, según nos explican muchos tradicionalistas y teólogos, es mucho más que un motivo de adoración. La forma en que piensan a Dios las distintas tradiciones son la forma en que interpretan la vida y su sentido.
Repasemos brevemente las distintas tradiciones y su escatología. Escatología viene del griego y significa el saber que se ocupa de las realidades últimas (muerte, juicio final, reencarnación, cielo, infierno). Toda religión tiene una.
Algunos dicen que las religiones son para aquellos que no se atreven a mirar la muerte de frente y necesitan creer en el más allá, yo misma pensé así durante años hasta que me decidí a estudiarlas. Entonces me di cuenta de que veía sólo el aspecto supersticioso de la religión, que desgraciadamente existe y está muy difundido.
Llamo aspecto supersticioso a la religión a aquella que basa su creencia más en el logro de favores que en el reconocimiento del milagro de la vida. Cuando la espiritualidad se reduce al cumplimiento de pedidos y promesas no cabe duda de que estamos dándole un lugar paliativo para no enfrentar la vida y sus desafíos.
No creo que esto sea responsabilidad de los creyentes sino de los líderes que para lograr adhesiones se centraron más en los favores (milagros) que en la profundización de uno mismo. Me pregunto si será por eso que las religiones étnicas son las que menos prometen.
Pero los grandes místicos y filósofos no hablan de favores sino de llegar al interior de uno mismo; esa es la única forma de conectarse con Dios, Jehová, el Tao Brahama o la Inteligencia Superior o como queramos llamarlo.
Si nuestro amor o solidaridad tiene por objeto reasegurarnos un lugar en el cielo, o que nos vaya bien en esta vida, probablemente la realidad nos desilusione y para explicar deberemos recurrir a otras dimensiones de la existencia o veremos la inconsistencia de todo. Como decía Kant con nuestra mente racional no podemos explicar lo que hay más allá de ella y la contiene. René Guenon uno de los grandes tradicionalistas del S XX decía que había una gran coincidencia en todas las religiones, esa Unidad que está en Todo. Llegar a comprenderlo sería el gran trabajo espiritual, pero esto no parece atractivo, sobre todo si para lograrlo hay que invertir tiempo y esfuerzo. No me refiero a sacrificio, sino a compromiso. Un compromiso con uno mismo, con la vida, con la coherencia. Para los que quieran saber si hay premio, yo creo que sí. Esa armonía lo es. También es un premio sentir que tu vida tiene sentido, llenar ese vacío que hoy amenaza a tantas personas y hace caer en las adicciones y la desesperación. No obstante sigue siendo más seductor acceder a la clave para lograr tus deseos y nos pasamos leyendo libros que nos dan fórmulas.
Eso es lo que hoy venden los nuevos gurúes. Con un discurso seudocientífico basado en Einstein, la teoría cuántica un poco de Hinduismo y mucha charlatanería nos convencen que si nos conectamos con la Inteligencia Universal lograremos todo lo que queremos.
Entonces el mundo queda dividido entre los tontos que no saben hacerlo y los exitosos. ¿Qué diferencia hay entre estas promesas y las de huir de las llamas del infierno?
Ninguna, es una nueva superstición enmascarada por algunas nociones de física.
¿Por qué no acercar a la verdadera filosofía? ¿Por qué no informar sobre esa simbología sagrada que se repite en las distintas máscaras de Dios como las llama Campbell.
Hay un mundo invisible mucho más poderoso que el visible, según palabras de Heráclito. Se necesitaron 2600 años para justificar esas palabras con la ciencia. Hoy gracias a la teoría cuántica nadie duda de eso. De ahí a creer que podemos gobernar esas fuerzas hay una gran distancia.
El hombre racional creyó que podía usar a la naturaleza y lo único que logró fue deteriorar nuestro hábitat. Si no tomamos consciencia de esto seremos expulsados de un mundo que continuará perfectamente sin nosotros. Pensar que podemos tomar la parte que nos conviene de la vida sin pagar costos es lo mismo que creer que todo este Universo tiene como único objeto satisfacer nuestros caprichos.
Todas las tradiciones parten de la Unidad como principio Divino, una unidad que se divide y genera opuestos en muchos casos complementarios. No existe la luz sin oscuridad, el día sin la noche, la vida sin la muerte. Deberemos trascender este nivel quizás para poder unificarnos. Mientras tanto el desafío es comprender y aprehender la vida. Entramos de una manera y salimos de otra. Está en nosotros si mejoramos o no. Las situaciones que enfrentamos muy probablemente no sean azarosas. Al menos si las miramos en perspectiva nos damos cuenta de que vienen a enseñarnos algo y cuando no aprendemos repetimos.
Si hacemos un recorrido de las diferentes religiones podríamos decir que hay algunas creacionistas como las Adánicas (Judaísmo, Cristianismo e Islamismo ), y otras no creacionistas (Hinduismo, Budismo, Taoísmo, hermetismo ) en las que el universo existió siempre. En el Tao el Uno se divide para formar todas las cosas. Los Herméticos nos habla de una emanación Divina, en el Hinduismo Brahama se manifiesta y para los Budistas la Nada se hace forma y luego vuelve a la Nada.
Todos coinciden en que de esa Unidad Sagrada devienen todas las cosas y luego de la muerte se vuelve a ella, pero no como una prolongación de la vida o para compensar su cortedad, sino como unirse nuevamente con ese Todo del que provenimos.
Por cierto que, como dije antes hay diferentes escatologías pero en última instancia no somos nosotros quienes podemos decidir quién tiene razón. Quien pertenece a una tradición no está comprando un lugar del otro lado sino una manera de entender y estar en este mundo. Es cierto que muchos se valieron de la religión como manera de subyugar a un pueblo, pero si nos metemos con su mística veremos que en el fondo no hay tanta diferencia. Cada uno, a su manera, invita a realizar un viaje hacia el interior de uno mismo.
Algunos se estarán preguntando por qué una psiquiatra se ocupa de estas cosas y creo que la salud mental está en ser coherentes y unir todas las partes de uno mismo.
Hoy la mayor parte de los sufrimientos están relacionados con el vacío, la incomunicación, la soledad. No importa a qué tradición pertenezcan, ni siquiera si tienen una. Basta con que uno no se deje distraer por las sombras de las que hablaba Platón en el mito de la caverna(1) como cuando nos dejamos atrapar por la fantasía de una situación ideal que encierra la felicidad.
Hasta que no nos demos cuenta de que el Ideal del Yo, como lo llamamos los psicólogos, es sólo una idea, y que esa realidad abrumadora y repetitiva no cambiará hasta que nosotros entendamos qué nos quiere decir, hasta entonces, es probable que no encontremos sentido a muchas de las cosas que vivimos y quizás a la vida misma.
No estamos acá para divertirnos ni para sufrir, estamos para apropiarnos de nuestra propia existencia y encontrar nuestra salida . Poder hacer ese viaje al interior de uno mismo y entender que los sucesos que nos ocurren no son más que la manifestación de nuestra propia evolución es un trabajo duro pero que da sentido al esfuerzo que estamos haciendo y a nuestra propia vida.
Si usamos nuestra conexión con lo profundo (inconsciente) para extraer fuerzas, entonces en lugar de preguntarnos por el sentido de la vida nos maravillaríamos de su creatividad y perfección.
(1)Mito de la Caverna. Está en la República de Platón. Cuenta que hay hombres dentro de una caverna, todos mirando hacia el miso lado, sólo ven sombras pero ellos no lo saben, por fin uno gira su vista 180 grados y se da cuenta de que afuera existe otra cosa, sale y si bien en un principio se siente encandilado, llega a comprender que lo de antes era una ficción. Decide volver a entrar para avisarles al resto que afuera está la verdadera realidad.