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TRASTORNO POR ESTRÉS POST-TRAUMÁTICO

Trastorno por Estrés Post-traumático

La característica fundamental del trastorno por estrés post-traumático es el desarrollo de síntomas psicológicos de incapacidad luego de un acontecimiento traumático. Fue identificado por primera vez durante la Primera Guerra Mundial, al ver que los soldados sufrían ansiedad crónica, pesadillas e imágenes de los combates aún semanas, meses o años después de la guerra. A este estado se lo denominó neurosis de guerra.

El trastorno por estrés post-traumático puede ocurrirle a cualquier persona luego de atravesar una experiencia traumática severa fuera del espectro normal de experiencias humanas. Son experiencias traumáticas las que provocan un miedo intenso, terror, y una sensación de desamparo en cualquier persona. Entre estas situaciones se encuentran los desastres naturales tales como los terremotos o huracanes, accidentes de avión o automovilísticos, las violaciones, los asaltos y demás delitos contra la misma persona o su familia. También la situación traumática puede resultar de haber presenciado estos episodios. Pareciera ser que los síntomas son más intensos y duraderos cuando el trauma es personal, como en el caso de la violación.

Entre la variedad de síntomas que pueden aparecer en el trastorno por estrés post-traumático, los más comunes son los nueve siguientes:

•  Pensamientos angustiantes recurrentes relacionados con el acontecimiento.

•  Pesadillas relacionadas con el acontecimiento.

•  Recuerdos tan intensos que la persona siente o se comporta como si el trauma estuviese sucediendo nuevamente.

•  Intentos de evitar los pensamientos o sentimientos asociados al trauma.

•  Intentos de evitar actividades o situaciones externas asociadas con el trauma, por ejemplo, la fobia a manejar que aparece luego de haber sufrido un accidente automovilístico.

•  Entumecimiento emocional: sentirse alejado de los propios sentimientos.

•  Sentimiento de distancia o alienación con respecto a los otros.

•  Pérdida de interés en actividades que solían dar placer.

•  Síntomas constantes de gran ansiedad, tales como la dificultad para dormirse o conciliar el sueño, dificultad para concentrarse, sobresaltarse con facilidad o irritabilidad y ataques de ira.

Se diagnostica trastorno de estrés post-traumático cuando estos síntomas permanecen durante por lo menos un mes (si duran menos de un mes, el diagnóstico posible sería el de «trastorno de estrés agudo», que se verá a continuación). Otra condición es que la alteración tiene que causarle a la persona una angustia importante, que interfiera con la actividad social, vocacional o demás áreas importantes de la vida.

La persona que sufre de trastorno de estrés post-traumático tiende a estar ansiosa y deprimida. A veces se sorprende a sí misma actuando de manera impulsiva, mudándose repentinamente o emprendiendo un viaje que apenas ha sido planeado. Si ha atravesado una experiencia traumática en la que otros alrededor de la persona murieron, es probable que sufra de culpa por haber sobrevivido.

El trastorno de estrés post-traumático puede ocurrirle a personas de cualquier edad. Los niños que sufren este trastorno suelen no revivir el trauma conscientemente pero lo representan constantemente en sus juegos o en angustiantes sueños.

El principal tratamiento es la psicoterapia, que le permite al paciente elaborar los fuertes sentimientos de miedo, pérdida y/o culpa relacionados con el acontecimiento traumático originario. La terapia cognitiva conductual, incluyendo la modificación de los pensamientos y la exposición en imaginación y «en vivo», ha sido el abordaje con mayor porcentaje de éxito. El psicodrama como técnica dentro de este abordaje ha dado resultados muy positivos.