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TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA

El trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por la presencia de una ansiedad crónica que persiste durante al menos seis meses pero que no viene acompañada de ataques de pánico, fobias u obsesiones. Se percibe simplemente una ansiedad y preocupación constante sin el resto de las complicadas características de otros trastornos de ansiedad. El diagnóstico de trastorno de ansiedad generalizada se determina cuando la preocupación y ansiedad se concentran en dos o más circunstancias de la vida que provocan estrés (tales como la situación económica, las relaciones, la salud o el estudio) durante la mayoría de los días, de un período de seis meses. Es común tener una serie de preocupaciones y estar preocupado durante la mayor parte del tiempo. Se torna difícil controlar esa tendencia a preocuparse. Además, la intensidad y frecuencia de las preocupaciones no guarda proporción con la posibilidad de que sucedan los acontecimientos temidos.

Además de la preocupación constante, el trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por la presencia de por lo menos tres de los siguientes seis síntomas (algunos de ellos presentes durante la mayoría de los días):

•  Intranquilidad, inquietud, «nerviosismo» o impaciencia.

•  Cansarse rápidamente.

•  Dificultad para concentrarse.

•  Irritabilidad.

•  Tensión muscular.

•  Dificultad para conciliar el sueño.

Por último, es común diagnosticar trastorno de ansiedad generalizada cuando la preocupación y los síntomas asociados causan al paciente una angustia significativa y/o interfieren con su capacidad de funcionar en su ámbito de trabajo, en el social y/o en otras áreas importantes de su vida.

Para emitir este diagnóstico, es conveniente que el profesional haya descartado causas clínicas crónicas tales como la hiperventilación, problemas de tiroides o la ansiedad inducida por drogas. El trastorno de ansiedad generalizada frecuentemente aparece junto con la depresión; un buen análisis por lo general logra determinar cuál es primario y cuál secundario. Sin embargo, en algunos casos, resulta difícil determinarlo.

El trastorno de ansiedad generalizada puede aparecer a cualquier edad. Tanto en niños como en adolescentes la preocupación tiende a ser el desempeño en los estudios y en los deportes. En los adultos, la preocupación puede variar. Aproximadamente el cuatro por ciento de la población de los Estados Unidos padece este trastorno. Es levemente más común en mujeres que en hombres (55-50 por ciento de los que reciben dicho diagnóstico son mujeres).

A pesar de que no existen fobias específicas asociadas con el trastorno de ansiedad generalizada, Aaron Beck y Gary Emery (1985) sugieren que el trastorno está basado en «miedos básicos» de naturaleza más amplia, tales como:

•  Miedo a perder el control.

•  Miedo a no poder afrontar los problemas.

•  Miedo al fracaso.

•  Miedo al rechazo o al abandono.

•  Miedo a la muerte y/o a la enfermedad.

El trastorno de ansiedad generalizada puede ser agravado por una situación angustiante que desencadene estos miedos, como por ejemplo la presión por lucirse en el trabajo, intensificación de los conflictos conyugales, una enfermedad o cualquier situación que aumente la sensación de peligro o amenaza.

Se desconocen aún las causas subyacentes del trastorno de ansiedad generalizada. Es posible que sean hereditarias junto con experiencias de la infancia que predisponen al desarrollo de dicho trastorno, tales como expectativas parentales excesivas o el abandono o rechazo de los padres.

Se puede aliviar el trastorno de ansiedad generalizado. Por ejemplo, reducir la tensión muscular y mejorar el estado físico, realizando ejercicio en forma regular, practicando la relajación y alimentándose de manera sana, en un principio pueden resultar de gran ayuda.

Es de suma importancia realizar una psicoterapia de orientación cognitiva para modificar los diálogos internos y los sistemas de creencias básicos que crean la ansiedad y el fortalecimiento de la autoaceptación para sobreponerse a cualquier sentimiento de inseguridad que por lo general subyace debajo de la ansiedad, más allá del tipo de trastorno que se sufra.

TRATAMIENTO

Como dijimos anteriormente la terapia cognitiva conductual es la mejor arma para enfrentar este trastorno.

En primer lugar los pacientes deben tener conciencia de la diferencia entre probabilidad y posibilidad.

Es bueno que ante un temor se los haga realizar un estudio de probabilidad. En qué porcentaje es factible que suceda lo temido.

Luego hacer una tabla donde figuren los datos que deberían darse para que eso temido suceda, y luego otra consignando los datos en contra de esa probabilidad.

También es útil hacerles notar cuánto tiempo y energía emplean en defenderse de esos posibles fantasmas , por demás improbables. Deben tomar conciencia que por evitar posibles e improbables amenazas , pierden tiempo y energía que podrían estar dedicando a otra cosa, por ejemplo en disfrutar, que es algo que estas personas no hacen.

Esto es muy importante porque el peor enemigo de este mal es que ellos creen que su «preocupación» es útil para evitar males, o para triunfar en la vida. Por lo que están convirtiendo una enfermedad en un aliado. Hasta que no comprendan que ese «aliado» no es tal , y que lejos de protegerlos , los hunde en el temor, la rutina, y la falta de alegría, ellos no podrán ni querrán curarse.