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PROCRASTINACIÓN

Es dejar para mañana lo que debiste haber hecho ayer. Un mal cada vez más común en esta época en la que hay tantas exigencias como distractores. Las obligaciones se acumulan a una velocidad impresionante al mismo tiempo que : chats, fotos, celulares, redes sociales, están ahí con sus llamadas tentadoras.

Procrastinar es postergar y sentirse mal por lo que queda cumulado, y cuanto mayor es la carga menor es la voluntad de encararlo.

Si bien todos tenemos algún área en la que procrastinamos, hay personas que lo hacen con todo y siempre y cuyas consecuencias pueden ser serias:

En primer lugar, baja mucha la autoestima, ya que la persona se siente incapaz de cumplir con sus responsabilidades, lo que retroalimenta la procrastinación.

Al sentirse saturado por la acumulación del trabajo y al ser incapaces de establecer prioridades esto provoca sentimientos de ansiedad, angustia, impotencia, desborde y estrés.
Por último y tal vez las más importante, todo esto junto puede derivar en una depresión.

Veamos ahora quiénes son los más proclives a este síntoma.
Por lo general son ansiosos, con poca paciencia, que no se dan tiempo para realizar una tarea por vez, y tienen problemas para jerarquizar. Se les amontonan las obligaciones y una vez convertida en una bola de nieve, se sienten abrumados y paralizan o escapan.

También puede obedecer a un excesivo perfeccionismo. Esperando hacer las cosas perfectas, dudan de cómo encararlas y los tiempos se extienden. Esto es más común en personalidades obsesivas.

Los muy exigentes buscan garantías de éxito que por cierto no encuentran y si a esto se le suman pensamientos catastróficos del tipo: “si no me sale bien, mi reputación caerá por tierra” es probable que esto los haga sentirse no aptos para las exigencias del mundo y entren en un estado de vulnerabilidad y autocompasión.

Otras veces la misma exigencia provoca rabia contra la realidad y consigo mismo, pudiendo llegar a autoagresiones verbales o físicas. Terminan atrapadas en un círculo de enfado-rebelión que empeora su rendimiento.

La pereza para encarar las obligaciones también es muy frecuente. En estos casos es común que la persona se deje ganar por los impulsos a realizar otras tareas más agradables.

Es fundamental para encarar este síntoma, poder tener una idea clara de cuál es el motivo por el que se procrastina.

Voy a dar algunos tips generales:
1-Hacer lista de tareas, distinguir urgentes de importantes. (para perezosos)
2-Planificar adjudicando un tiempo acotado a cada una.
3-Realizar primero las de más impacto.
4-Respetar los tiempos de dedicación. (especialmente los perfeccionistas)
5-Tomarse descansos pautados para hacer algo físico (dar vuelta manzana, caminar)
6-Alejar el celular y no abrir las redes sociales mientras se realiza la tarea. (impulsivos perezosos)

Cómo encarar la tarea.
Fundamental hacerlo por tramos. Divide los grandes objetivos en pequeños, plantea metas cortas que permitan ver los resultados. Y sobre todo ponerse límites para terminar las tareas.