He tenido el honor de que los padres de Renacer en las Diagonales se hayan contactado conmigo. Me pusieron al tanto del trabajo que están haciendo y tengo entendido que cada día se suman otros nuevos. Desafortunadamente me decía una madre crecemos mes a mes. Yo entiendo que es muy bueno que los padres se acerquen y quieran compartir sus sentimientos. Es la mejor manera de ayudarse y ayudar.
Cuando el amor se queda sin depositario, duele y mucho. Poder canalizar ese sentimiento en otros, es un alivio a ese dolor.
No quiero ser presuntuosa y hablar desde un lugar apenas imaginado, simplemente me permito decirles a todos los que atraviesan por esa situación que el tiempo será su mejor terapia.
Hay un tiempo que nos devora, pero hay otro que cura. En este caso curar no tiene que ver con olvido, no hay restitución ad integrum como se dice en medicina, quedará la cicatriz, pero aunque parezca mentira llegará el momento en que ya no duela, que puedan recordarlo con la alegría de haberlo tenido, ese día podrán decir que elaboraron el duelo.
¡Qué palabra tan fría para quienes están sufriendo! A veces me avergüenza decirla, no me parece que tenga derecho frente a tanto dolor.
No hay recetas, sólo la oportunidad de mirar hacia dentro y buscar el propio camino.
Las fiestas son duras porque nos pone en contacto con los afectos, y nos resalta las ausencias. Lo que las hace más terribles es que hay una exigencia de felicidad. Si uno pudiera darse cuenta que lo que esta tradición marca es que es tiempo de renacer a otro año a otro ciclo.
Navidad se inscribió el 24 de diciembre porque coincide con el solsticio de invierno del hemisferio norte, y un antiguo ritual romano en el que se festejaba el triunfo del sol naciente. A partir de esa fecha vuelven a alargarse los días. La vida y el sol triunfan sobre los acortados días del otoño. Ese es el mensaje, renacer.
Les envío a todos un abrazo muy fuerte y mis deseos de un nuevo comienzo para otro nuevo ciclo.
Dra. Graciela Moreschi
