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LA VENGANZA

Algunos dicen que la venganza es el placer de los dioses, yo creo que es la mejor manera de cristalizar una relación. A partir de ahí no habrá más crecimiento, ni cambio.
Cuando la persona se venga, empareja la balanza, y eso lo tranquiliza. No puede tolerar haber perdido y supone que haciendo pagar al otro lo mismo, equilibrará ese sentimiento de dolor.
Puede que eso ocurra en un primer momento, pero es un equilibrio peligroso, porque quien ha cometido la falta entra en bronca y jamás reveerá su actitud. Ya no tiene culpa por lo hecho, ya no necesita arrepentirse, ya no reparará.
El acreedor, ha saldado su deuda, y no tiene derecho al reclamo. Con su actitud le ha demostrado que a partir de ahora son iguales, y están igualmente en falta. Ya no hay inocentes sino dos personas que actuaron mal. Dos culpables, dos acreedores.
El tema es que ya no hay culpa, y la culpa es el sentimiento que nos avisa que hemos actuado mal.
Mucho se ha dicho contra la culpa, pero sin ella seríamos unos canallas.
El tema de la culpa, es lo que hacemos con ella. Si la usamos como señal para saber de nuestra equivocación y nos disculpamos y reparamos, entonces habrá servido para mejorar la relación. Si nos lamentamos y no hacemos nada, o tratamos de justificarnos poniendo la culpa en el otro. Tampoco sirve.
La culpa debe transitar por un borde muy estrecho que lleva a la reparación..
La venganza equilibró el desequilibrio producido pro la falta..  Ya está emparejado el acto, no habrá reparación, no habrá disculpa, solo dos personas con bronca , y con el riesgo de entrar en escalada simétrica. Esto significa que cada uno cometa su venganza alternativamente ascendiendo exponencialmente los errores de cada uno y las heridas.

Si hay una falta, es saludable mostrar el dolor, la herida que nos ha causado la persona. Pedirle que se disculpe, mostrarle cuál es el camino de la reparación, y si ésta no llega, uno deberá decidir cómo protegerse de alguien que es capaz de lastimarnos.
A veces ese dolor no reparado es lo único que nos hace alejar y ponernos a resguardo. Porque cuando nos vengamos, al equilibrar, cesa el dolor, y nos exponemos a que la persona que nos lastimó , vuelva a hacerlo