Ayer me conmoví, como la mayor parte del mundo ante la tragedia aérea que afecto a todo un equipo de futbol, hoy participé de una jornada compasiva, en la que se trataba de involucrar a la población en los cuidados paliativos.
Una nos perturbó hasta el tuétano, nos llenó de preguntas y nos fascinó con esa atracción que tiene lo siniestro. A la otra le costó hacerse visible, si bien trae esperanza, porque promete cuidados y muestra un trabajo arduo de muchas personas comprometidas con la tarea, no queremos enterarnos demasiado porque nos habla de esa muerte silenciosa y democrática que nos afectará a todos y justamente por eso no queremos ver.
Hoy 30 de noviembre se realizaron estas jornadas junto con muchos otros países del mundo. Sentí orgullo al conocer el primer pabellón de cuidados paliativos de la Argentina que construyó Palliun en el hospital Udaondo. Un lugar cálido, muy bien equipado donde se realizan actividades con pacientes crónicos y terminales. Nos enseñaron todo lo que podemos hacer y cómo actuar ante esa situación.
A pesar de mi intención de difundirlo por los diferentes medios, tuve poca llegada, esta muerte silenciosa, no tiene prensa, sólo algunos corajudos se atrevieron a tratarlo, cuando debería tener una llegada masiva porque es lo más democrático que hay en la tierra. En algún momento todos pasaremos por esa situación. Saber que podemos hacerlo acompañados, en medio del afecto y ayuda del entorno hace a esa situación mucho más fácil de transitar.
