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LA ADOLESCENCIA SE PROLONGA (del libro ADOLESCENTES ETERNOS)

Hoy las etapas de la vida son mucho más flexibles, la niñez se abrevia, la adolescencia se alarga, y en el hogar conviven personas de diferentes edades, y responsabilidades pero sin intereses ni hábitos comunes. La diferencia con la antigua familia extensa que existió hasta mediados del siglo XX es que, en aquellas había una cabeza que imponía las reglas. Cada miembro de la familia tenía un rol diferenciado, los abuelos, fundadores de la familia eran respetados como tales. Los padres imponían las normas recibidas, y los hijos, apresurados por crecer intentaban alcanzar de una vez por todas, los privilegios de madurar. A su vez todos compartían la misma jerarquía de valores, comunes por otra parte, al resto de la comunidad.
No existían tantas ofertas, ni caminos, pero estaba clara la meta, madurar. Hoy, sin grandes ideales, ni utopías, navegamos por infinitos caminos que a veces no nos llevan a ninguna parte. Tenemos más opciones, pero al no haber un sentido superior que nos incluya o contenga, nos cuesta saber cuál privilegiar.
Los padres del siglo XXI  intentamos manejarnos con las herramientas que tenemos en un mundo que cambia día a día. Algunos intentaron ser democráticos, y apostaron al diálogo en lugar de imponer límite, y hoy se sienten superados, invadidos y confundidos respecto a lo que pueden y deben hacer.

Los problemas cotidianos que enfrentan estos padres pueden parecer minúsculos, pero a medida que se van repitiendo en el día a día, sienten que su casa ha sido tomada, y ya no son libres ni en ese, que debería ser su refugio.
ADOLESCENCIA
Llamamos adolescencia al período de transición entre la niñez y la adultez.
En la lengua inglesa se lo conoce como teenagers en alusión a los años teen  (13 – 19) aunque hoy abarca mucho más que esos años. Para la OMS el comienzo de la adultez se ha corrido de los veinte y uno a los veinticinco, pero debemos considerar que  entre la adolescencia y la adultez está la juventud.
Hablamos de adolescencia prolongada cuando supera los 25, y a veces también la treintena. Algunas Obras Sociales y  prepagas dan cuenta de esta realidad  extendiendo la pertenencia  del joven al grupo familiar hasta los treinta años, siempre y cuando el hijo no se haya casado.
La extensión es positiva cuando deviene de necesidades formativas, pero no faltan los que se inscriben en la Universidad para prolongar esta etapa, y los que ni siquiera buscan esta justificación para poder hacer de este momento un modo de vida.

Desde el psicoanálisis (S. Bleichmar, 1999, 2005; P. Bloss, 1962, 1981; F. Dolto, 1991; A. Hartmann, 2000; S. Quiroga, 1998, 2002 y R. Rodulfo, 1991, 2004; entre otros) tiende a pensarse que la adolescencia es un período que está  definido por profundas transformaciones fundamentalmente psíquicas que,  partiendo del goce orgánico inicial,  intentan llegar al objeto externo y exogámico, ( amor fuera del núcleo familiar) meta alcanzada pero de una manera provisoria y en permanente construcción.
Etimológicamente adolescencia proviene del verbo latino adolescere que significa crecer, aunque muchos lo asocian al verbo adolecer que indica  carencia, falta. Es interesante como estos dos significados señalan aspectos diferentes de un mismo fenómeno, el que crece y el que carece, teniendo en común, que ambos apuntan al movimiento hacia la constitución de la persona adulta. En el primer caso colocamos al joven en un lugar de inmadurez, y en el segundo de potencia (lo que crece). El riesgo está cuando estos chicos creen haber desarrollado toda su potencia y se estacan.
En general este fenómeno se da cuando descreen de la posibilidad de llegar a más ya sea por desconfianza en ellos mismos, (inseguridad), por no encontrar atractivo en madurar (se resisten a ser adultos superados por las responsabilidades), o por desconocer lo que les falta (los que se la saben todas) . Cualquiera sea el motivo, estos jóvenes fijados en la etapa adolescente pierden motivación para crecer.
Muchos son los padres convencidos de que sus hijos los superan, la publicidad no deja de convencernos que el mundo es de los jóvenes, que para ganar es imprescindible tener buen aspecto, musculatura, agilidad, frescura, y manejarse bien con las herramientas del momento, la tecnología, verdadero fatasma para muchos grandes. Recuerdo la primera vez que compré el celular, lo utilizaba como teléfono público personal, ya que difícilmente escuchaba cuando sonaba. Me costó adaptarme y cuando al fin logré escucharlo me sentía controlada y sin poder desconectarme de las demandas del trabajo. Furiosa, despotriqué delante de mi hijo, entonces chico que me replicó desdeñoso:

– Lo que pasa es que no sabes usarlo. Estás desaprovechando todas las funciones que tiene. No usas la agenda, ni el despertador, ni el recordatorio.

Para él lo importante no era el uso que le daba, (conectarme con pacientes, o mi casa) sino las funciones que no había descubierto. La técnica ha dado a los jóvenes  posibilidades que los padres no lideran ni controlan.
Si éstos no tienen una buena autoestima, o valoración por lo que hacen, terminan creyendo que sus hijos los superan porque son capaces de bajar ringston, sacar fotos, enviarlas,  grabar, y mandar  mensajes, etc. aunque ninguna de estas funciones sirva para comunicarse mejor.
Para algunos está claro que son solo medios, pero si los padres perdieron sus metas, probablemente se sientan intimidados y sucumban ante la habilidad de de sus hijos, que a pesar de estas habilidades no llegan a constituirse como seres autónomos.
Todos estos mensajes recibidos de continuo, calaron muy hondo en la sociedad llegando a subvertir, en muchos casos los roles familiares.
El que los jóvenes crean haber explotado todas sus posibilidades vitales cuando todavía no pasaron la segunda década de sus vidas tiene serias derivaciones. Algunos buscan estímulos cada vez más intensos, otros se deprimen.

TIEMPO DE DURACIÓN
No  se puede precisar el tiempo que durará la adolescencia ya que dependerá de los contextos culturales en los que se desarrolla, y la estructura familiar e individual del protagonista, a diferencia de  la pubertad, que es un fenómeno físico que afecta a todos los seres humanos por igual. Por eso decimos que la adolescencia comienza en la biología (pubertad) y termina en la cultura.
En esta etapa, uno de los temas más importantes es el desarrollo del yo y de la identidad personal. Si bien el concepto del yo y de la autoestima se desarrollan gradualmente durante toda la vida, es en la adolescencia cuando se comienza a tejer el propio relato personal, se aprende a valorar los proyectos, y  a anticipar las consecuencias de las acciones.
Estos desarrollos biológicos y la necesidad que tiene el individuo de adaptarse a los mismos dan a la adolescencia algunas características particulares  y la separan de los otros períodos del desarrollo. Como decía anteriormente la cultura determinará si el período de la adolescencia será largo o corto, si el cambio será brusco o habrá una  transición gradual.
En las civilizaciones primitivas, el rito del abandono de la niñez  podía ser un rito sencillo, consistente en una fiesta o procesión por las calles, o complejo, acompañándose de ceremonias especiales, en muchas ocasiones dolorosas, incluyendo mutilaciones. En el año 1975 tuve la suerte de conocer Sudáfrica y viajar al interior del país, allí nos mostraron una ceremonia de iniciación de una tribu Zulú en la cual los hijos, de aproximadamente 13, 14 años  que acababan de regresar de la selva  después de sobrevivir un mes por sus propios medios, se colocaban en hilera para que el chamán les efectuara la circuncisión.
La familia una vez cumplido el acto recibía a sus hijos con regocijo. Los recientes jóvenes acababan de demostrar que estaban preparados para afrontar las exigencias de la juventud.
Pero sin ir tan lejos, basta pensar en nuestros antepasados y encontraremos ejemplos de jóvenes que fueron madres poco después de su menarca (primera menstruación),  o dejaron a sus padres y cruzaron el Océano cuando apenas tenían  quince años. Hoy reconocemos estas  diferencias en los distintos niveles socioculturales. Aquellos que no tienen las necesidades básicas cubiertas, a menudo no conocen esta etapa, y sus niños se ven catapultados a la vida, de forma prematura. En cambio en los niveles socioculturales medios y altos la adolescencia se suele prolongar.
Decimos que la adolescencia se ha prolongado cuando se demora la resolución del conflicto adolescente, y por tanto la consolidación de la identidad. En algunos casos solo se trata de una postergación, en otros se convierte en una forma de vida. En Estados Unidos los llaman generación Odisea, porque buscan sin llegar a puerto.

MOTIVOS DE POSTADOLESCENCIA PROLONGADA
Si bien la crisis económica contribuye a esta realidad como lo veremos más adelante, sólo las familias con disponibilidad económica pueden prolongar la adolescencia de los hijos. Algunos lo hacen  porque al optar por una formación superior, necesitan del apoyo de sus padres incluso luego de haberse graduado. Salir al mercado laboral sólo pertrechado con el título de grado, muchas veces significa tener que aceptar trabajos de mucha carga horaria y pocos ingresos, lo que les impide seguir capacitándose. Es prácticamente imposible aspirar a completar los estudios con cursos de postgrado, maestrías, o doctorados, sin el apoyo económico de los padres, tanto por el costo de los mismos como por el tiempo de dedicación que requiere. Pero la convivencia no es fácil, los vínculos se resienten y los padres pierden espacio en un momento donde deberían tenerlo asegurado.
En este libro analizaremos por qué los hijos ya no sienten urgencia por irse de la casa de los padres y qué les pasa a los mayores con esta nueva realidad.  ¿Cuáles son sus dudas y preocupaciones? ¿Cómo recuperar los espacios de intimidad sin sentirse culpables?
Para estos padres el ejercicio de la paternidad no es fácil. Por pertenecer a la generación que rompió con los valores tradicionales, carecen de referencias. De ahí que sea tan importante reflexionar sobre estas nuevas cuestiones  que no tienen antecedentes en las generaciones anteriores.
A través de los diferentes capítulos trataremos de comprender qué factores sociales y familiares determinan éste fenómeno, los efectos que esta situación produce individualmente tanto en padres como en hijos, y  sobretodo como afecta el vínculo. Analizaremos además las diferentes tipos de salidas. No es mi función determinar qué elegir, pero sí darles la posibilidad de anticipar consecuencias.

(extraído del libro ADOLESCENTES ETERNOS de Graciela Moreschi . Ed. Paidós)