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¿Feliz día de la mujer?

DÍA DE LA MUJER

Es un momento oportuno para ver el recorrido de la mujer en los últimos 50 años y el punto dónde hemos llegado.

Considero que la postguerra y la pastilla anticonceptiva fueron determinantes en este cambio. La mujer entra al mercado laboral y pocos años más tarde dueña de su sexualidad, que no es poco. Podemos programar los embarazos, controlar y tener libertad sexual.

Por cierto que los cambios sociales provocan cambios en el pensamiento y la filosofía y estos a su vez producen cambios sociales, es un circuito que se retroalimenta. Dentro de esos cambios fue el despertar del movimiento femenino que en algunos sectores se polarizó y surgió el feminismo. Éste muy cuestionado movimiento provocó cambios innegables. La mujer se tornó más fálica. No se perdieron los valores patriarcales, simplemente se cambiaron los lugares. Esta mujer “falizada” comienza a ocupar lugares que tradicionalmente pertenecían al género masculino, toma fuerzas, es activa, se subjetiviza, y también adquiere nuevas exigencias. Este es un punto fundamental, la nueva mujer trabaja, continúa en el hogar, tiene que ser buena madre, buena trabajadora, y además tener una sexualidad activa y mantenerse joven y hermosa. Pero en ese cambio dejó a un lado la receptividad. En muchas ocasiones se confundió esto con ser pasivo, y en esta nueva estructura no hay lugar para lo pasivo, lamentablemente tampoco para lo receptivo. Todos son activos, todos empujan, todos compiten. Las relaciones familiares sufren el impacto. No está claro cuál es el lugar de cada uno.

Lo curioso es que llegamos al siglo XXI con muchas mujeres que se replantean si el cambio las favoreció o no. Hay jóvenes cuyo modelo es ser “gato”, lo que resulta lógico si lo que se muestra en los medios son las pericias de mujeres cuya única virtud es llevar enormes siliconas y mostrarlas provocadoramente, o casarse con algún deportista exitoso. La misma comunidad que también se fanatiza con una novela turca cuyo mayor atractivo es: un amor que se va desarrollando con el tiempo del sentimiento, y una sociedad con roles muy diferenciados donde el padre es padre, la madre, madre, y los géneros se distinguen perfectamente.

¿Será que en algún lugar extrañamos estas diferencias? En el cambalache que es la vida, como anticipó Discépolo, lo bueno, se pierde en la confusión, nadie lo valora, todo es igual. Quizás el nuevo desafío es, volver a discriminarnos (diferenciarnos) , retomar la subjetividad de elegir, en lugar de ser objetos de consumo, de complementarnos sin someternos.