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FAMILIAS HOMOPARENTALES

DESEO DE SER PADRES

El deseo de ser padres no conoce condición sexual. Todos los seres humanos en algún momento de sus vidas quieren trascender biológicamente a través de un hijo, o ejercer el rol de padres.
Diferencio estos puntos porque, desgraciadamente, no creo que siempre vayan juntos. Muchas personas sólo desean tener una prolongación biológica de sí mismos; y esto no reconoce condición sexual. Asistimos permanentemente a personas que dicen tener necesidad de ser padres, y sin embargo jamás adoptarían. Otras que desean fervientemente tener un hijo para criar, depositar un amor que no pueden trasladar a otro vínculo porque la parentalidad es, de todos los posibles vínculos que tenemos los seres humanos, especial. No sólo nos relacionamos y amamos a otro ser sino que tenemos responsabilidad sobre él.
Cuando se conforma una pareja homoparental, hay uno, al menos que renuncia a su trascendencia biológica, hay uno que participa sólo con la generosidad de su amor.
Todos los que nos dedicamos a salud mental bregamos por la paternidad responsable. Esa que se busca conscientemente, que se planifica, que no sale por casualidad. Por cierto que esta planificación, sola no alcanza para que las cosas salgan bien. Además se necesitan de personas con recursos afectivos, pero si de algo estamos seguros, es que una familia homoparental no es improvisada. Han tenido que buscar, planificar, negociar con el otro el rol de cada uno.
Siempre los homosexuales han querido ser padres, son muchos los que para serlo entraron en una relación heterosexual y formaron familias disfuncionales porque no estaban asentadas sobre el amor. Porque había un gran secreto del que nadie podía hablar.
Otros se sentían condenados a una vida estéril, más por culpa que porque en realidad lo desearan. La sociedad los castigaba por su perversión y ellos aceptaban la consecuencia de su errada inclinación.
Tantos unos como otros estaban obligados a vivir su homosexualidad en la obscuridad. Promiscuidad, prostitución, son conceptos que siempre estuvieron asociados a las otras tendencias sexuales distintas de la heterosexualidad.
Hoy todavía vemos esto con los travestis que parecen no encontrar cabida ni siquiera en el mercado laboral.
Afortunadamente las cosas están cambiando y se pretende que todos tengan derecho a una vida plena y digna.
Vamos a analizar algunos de los puntos que preocupan a la mayoría respecto a la salud mental de los hijos de padres homosexuales.

LA CAPACIDAD DE SER PADRES.
Fundamentalmente está dada por la capacidad afectiva y moral de las personas. Redefinamos el concepto de moralidad.
Moral viene del latín “moralis” (Perteneciente o relativo a las acciones o caracteres de las personas, desde el punto de vista de la bondad o malicia./ Ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia.)
Algunos se estarán preguntando qué pasa con la moral sexual. Y estaría bueno aclarar a qué nos referimos con moral sexual. ¿A no hacer cosas impropias delante de los chicos? ¿No abusar de ellos, no prostituirlos, no exhibirse ni tener relaciones promiscuas en su presencia?
Totalmente de acuerdo. Pero estas conductas no tienen que ver con la tendencia sexual de la persona.
Un dato interesante de observar es que los abusadores son mayoritariamente heterosexuales, lo mismo que los proxenetas.
En tanto la homosexualidad no se considera una enfermedad, tan solo una particular inclinación, no cabe la idea de que el niño esté en una situación de peligro moral.
A menudo escucho que quienes dicen admitir la homosexualidad, se resisten a que estas parejas tengan hijos. Creo que quienes así opinan deberían revisar esa contradicción.
El problema no es de los homosexuales que desean tener una familia sino de las personas que en realidad siguen viendo a estas personas con el prejuicio de antaño y los consideran “degenerados”.
Otra cuestión que se plantea es si el hecho de ser criados por homosexuales puede favorecer esa tendencia en el menor.
Según estudios realizados en muchas partes del mundo, esto no sería así. De todos modos me pregunto, si admitimos que la homosexualidad no es una enfermedad, cuál sería el problema de que los hijos salieran gays. ¿Acaso no pueden tener una vida tan plena y rica como cualquiera?
La respuesta que a menudo escucho es: “No. Es difícil por lo social.”
Entonces tratemos de hacer una sociedad más justa donde haya cabida para todos. La sociedad no es un concepto, la sociedad somos todos.
Kant decía que para saber si una postura era ética había que considerar qué ocurriría si eso sucediera de manera universal. Por ejemplo exigimos plena salud a los que procrean.
Entonces no podrían ser padres los diabéticos, epilépticos, cardíacos, enfermos de cáncer de mama o colón, enanos, y tantos otros que trasmiten su predisposición, el mundo se acabaría. Y todavía quedaría la discusión de si incluimos la homosexualidad en esta lista dado que hoy no se considera una patología.
ROLES PARENTALES
Solemos preguntarnos qué sucede con los roles de padre y madre en una pareja gay.
Los roles no están ligados al sexo, son dinámicos, tienen que ver con la función, a veces nos encontramos con madres que están haciendo el rol proveedor y padres que tienen un papel nutricio, o según el período estas funciones van rotando.
Antes cuando la pareja tenía feudos bien definidos estos papeles eran rígidos, hoy ya no.
Lo importante es que el niño pueda sentirse cobijado, nutrido, en un ámbito de seguridad, y estimulo para el desarrollo, con la apertura suficiente como para expresar lo que siente y quiere. Lejos está esto último de significar un “todo se puede” sin límites.
Los límites son fundamentales. Un niño no puede educarse sin jerarquías, valores. Tiene que haber una guía, diferencias entre lo que está bien y lo que está mal, eso es fundamental para un desarrollo moral. Pero una vez más diferencio la moral de la tendencia sexual. Se es moral cuando uno es íntegro, cuando no lastima al otro, cuando no se prioriza por encima de los demás. Cuando acepta las leyes y se sitúa por debajo de ellas. Esto es moralidad.

NUEVAS FAMILIAS
Cada día la constitución familiar es más variada. La estructura tradicional quedó limitada a unos pocos. Basta asistir a una reunión de padres de colegio y ver qué porcentaje de ellos son primera unión matrimonial. Entre las familias ensambladas, los hogares monoparentales, los hijos adoptivos o provenientes de fecundación asistida, hijos de óvulos o espermatozoides donados, y parejas homoparentales, las familias tradicionales son minoría. Estas particularidades, algunas aún muy nuevas, otras ocultas desde siempre, hoy están a la luz. El desafío de nosotros, los mayores, es aceptarlos, y mostrar una actitud amplia para con todas.
Por lo que vi en mi práctica clínica el mayor problema que asistí en familias homoparentales ha sido lo social. Si había otras dificultades a menudo están tapadas por la discriminación que han tenido que enfrentar los hijos.
Sé que para muchos esta es una causa para rechazar la adopción de parejas homosexuales. La pregunta que les hago. ¿Tampoco deberían tener hijos las personas que pertenecen a una cultura minoritaria religiosa, política, u otras costumbres?
¿Cuál es la solución? ¿Negarles la posibilidad de reproducirse, o trabajar para que la sociedad tenga una mirada más amplia?
Las escuelas tienen que poder hablar de estos temas. No decir nada, hacer como que nada ocurre es una manera de decir “de eso no se habla”.
No podemos negar que la situación es nueva, que es diferente, entonces hablemos para enseñar que ser diferente no es sinónimo de malo.
Si se habla, si se plantean los problemas que pueden llegar a tener.
Desde siempre insisto en que las escuelas deberían tener dos horas semanales de CONVIVENCIA, donde se puedan plantear todas las dificultades s nivel de relación. Esto sería una manera de disminuir la violencia.
DIFERENCIAS ENTRE FAMILIAS HOMOPARENTALES Y HETEROPARENTALES
Hay un género que falta y el niño acostumbrado a ver familias con padre y madre se pregunta cómo será tener a un padre de cada sexo. Se siente diferente de los demás compañeros, lo es. Será un desafío de su educación enseñarle que no todos son iguales. Que siempre hay diferencias, algunas más notorias como ésa y otras no tanto. Que cada uno debe aprender a convivir con lo que le tocó. Que ése es el gran aprendizaje de la vida. Hay personas a las que les faltan lazos de sangre, otras que les falta amor, a otros, dinero o educación, desarrollarse bien es aprender a arreglárselas con esa falta.
Nadie ha llegado a este mundo completo. Algunos estarán pensando que las faltas van llegando después, pero que comenzar desde tamaña carencia es demasiado.
Yo pregunto: ¿qué es tamaña carencia? ¿Quién puede llegar a decir que algo es peor?
Sabemos que el secreto no está en lo que falta, sino en cómo es vivida esa falta.
Hay hijos que no recibieron amor, ya sea de manera real, o porque no pudieron decodificar que lo que se hacía por ellos era amoroso. Hijos insatisfechos que viven con mucho resentimiento y no pueden salir de su lugar de víctima. Gente a la que aparentemente no les pasó nada y sin embargo son incapaces de formar una relación duradera, incapaces de sentir amor.
Hay niños con enfermedades graves que están mejor que otros sanos.
¿Quién podría llegar a afirmar que una carencia es determinante y otra no?
Para que una persona pueda desarrollar recursos , es fundamental en primer lugar que ser lo habilite. Esto significa que tapar su molestia o dolor, admitírselo y después de darle lugar a sacar la bronca, hacer preguntas, mostrarle que es lo que es. Esa es la realidad y hay que aceptarla. Lo único que uno puede cambiar es la manera de proceder ante eso que es.
Decirle a un niño proveniente de una pareja gay que no es nada, no escuchar sus demandas, sería no habilitarlo. Hacerlo creer que no debería sentirse mal o diferente, lejos de ayudarlo lo perjudicaría. Ver caso clínico 2
MODELO DE IDENTIFICACIÓN
Modelo de identificación del sexo faltante. Afortunadamente la familia no es una célula aislada, en la mayor parte de los casos hay amigos además de la familia extensa. Esta parte es fundamental para que los niños tengan modelos de identificación. No solo los hijos de parejas homosexuales necesitan de otros modelos, pero ellos especialmente. La definición sexual no está determinada por estos modelos, de hecho los homosexuales provienen en general de familias heterosexuales, pero es fundamental que exista la variedad sexual en la crianza de cualquiera. Una niña criada en un convento de monjas, no sabrá manejarse con el sexo opuesto como un niño encerrado en un colegio de curas.
¿QUÉ PASA CON EL EDIPO?
El Edipo se da en todos los casos, y es interesante remarcar que en los heterosexuales hay además del Edipo cruzado, otro que es madre con hija o hijo con padre.
El Edipo es la preferencia o amor de una díada que tiende a dejar fuera al tercero. Es una triangulación de la relación donde quien queda fuera, excluido, luchará, rivalizará por recuperar su lugar. El tercero por lo general alterna y si este conflicto se resuelve bien, quien termina fuera es el hijo.
 
LEY DE MATRIMONIO IGUALITARIO
Considero que la ley ayuda mucho a que la sociedad acepte estas familias diferentes. Lo que está bajo la ley, es normal, no es malo. Quizás todavía es un poco prematuro, pero ya se han notado cambios. Vivimos en comunidad y necesitamos que ella marque lo que es bueno y se incluye o lo peligroso y expulsable.
De hecho la mayoría de los conceptos acerca de lo que está bien o mal son culturales. Por ejemplo la edad de casamiento o de inicio sexual está dada por la sociedad. Así como antes había jóvenes que se casaban inmediatamente después de la menarca, hoy consideramos eso como abuso sexual y al hombre que elija a una niña , paidofílico.
Hoy a los 13 años un joven es absolutamente inmaduro, cosa que en la antigüedad, cuando la vida duraba escasamente 40 años , no lo era.
Hay culturas en que tampoco existe la adolescencia y una niña apenas se desarrolla pasa a ser mujer. Ésta en una de las tantas verdades culturales que nosotros consideramos naturales. Y por cierto que de tanto creerlo lo hemos convertido en una realidad natural. Ver caso 4
Por eso creo que la ley está naturalizando esta realidad que durante siglos ha sido obligada a ocultarse.
Es un primer paso pero sólo el primero. Nosotros somos la sociedad y debemos plantearnos nuestros antiguos prejuicios, no mirar la realidad a través de ellos, sino mirar de abajo hacia arriba, es decir ver, abrirse y luego sacar la conclusión. De abajo hacia arriba.

CASO CLÍNICO 1
Este es un caso de familia monoparental, Alicia, lesbiana con un hijo biológico. El padre era desconocido, el esperma que lo engendró provenía de un banco.
Ella no convivía con su pareja, Valeria, diez años menor que ella.
Los padres de la joven conocían a Alicia y se llevaban bien con ella, pero no conocían al hijo, porque Alicia ocultaba su relación. Para el niño Valeria era una amiga. El argumento de Alicia para ocultárselo era que una cosa es saber que ella era lesbiana y otra diferente presenciarlo. “Es chocante”.
En realidad lo que ella le había explicado y cuando era muy pequeño era que a ella no le gustaban los hombres por eso fue a un lugar donde compró la semillita y así quedó embarazada.
El niño presentaba muchos síntomas desadaptativos, no por provenir de una lesbiana, sino porque en su hogar había muchos ocultamientos. Nunca se había atrevido a que le ampliaran la explicación porque intuía que de eso no había que hablar. Se había convertido en un gran secreto y a medida que crecía le preocupaba más el que a su madre no le gustaran los hombres. ¿Qué pasaría con él cuando se convirtiera en uno?
Es importante aclarar que el niño no presentaba tendencias homosexuales , y jamás se le pasó por la cabeza convertirse en gay para agradar a su madre. Más bien se negaba a crecer, presentaba una conducta inmadura.
En conjunto con la terapeuta del niño decidimos que había que blanquear la situación. Hicimos reuniones los cuatro para poder desenmascarar aquello que estaba oculto. Ponerle nombre a lo que no tenía.
El niño no se sorprendió con la noticia, simplemente entendió de qué se trataba, a qué se refería su madre cuando decía que no le gustaban los hombres. Aceptó muy naturalmente la relación con Verónica y conoció a la familia de ella que a partir de entonces comenzaron a funcionar como familia extensa.
El niño nunca había tenido abuelos ni tíos. Alicia es una mujer adoptada sin hermanos y con sus padres ya muertos. El poder adoptar abuelos y tías fue una gran ganancia para él.
La mejoría en su conducta fue casi inmediata. En un principio la madre quiso pedirle que no comentara esto en el colegio, pero después de hablarlo mucho comprendió que ésa era una nueva forma de decirle que lo que tenía era malo. El niño comenzó a traer a amigos a la casa, supieron de la condición gay de su madre y si bien hubo que trabajar las diferencias y la forma de atravesar esa situación, en términos generales la vida de todos mejoró notablemente.
En este caso el problema sin duda era con los límites. Alicia por preservarlo había traspasado los límites del niño. Como siempre pasa con padres sobreprotectores el niño no tiene posibilidad de armar sus propias defensas y recursos porque no le dan oportunidad.

CASO 2
Fabiana y Romina tienen una hermosa familia con dos hijas, una de cada una. Ambas engendradas durante la relación y con esperma de banco.
Al momento de la consulta las niñas tenían 5 y 6 años. Apenas diez meses de diferencia entre ellas. Las chicas supieron desde siempre cómo habían sido concebidas y quién era la madre biológica de cada una de ellas. El problema que atravesaban era la socialización. Mientras iban al jardín, no tuvieron problemas, pero cuando pasaron a una escuela primaria (estaban en preescolar y primario) surgieron las primeras discriminaciones. Fue a partir de una reunión de padres a la que había asistido la Fabiana, la madre de la niña de 6 años. Ahí comentó su condición. Durante la reunión los padres no dijeron ni preguntaron nada, se limitaron a cambiar gestos y miradas entre sí, pero al día siguiente hubo unos padres que amenazaron a la directora con cambiar a su hijo de escuela sino sacaba a la “hija de gays” de la clase. Por cierto que la directora no pudo hacer nada (podía ser acusada al INADI) por lo que ellos terminaron sacando a su hijo.
El resto no se plegó a esta decisión, pero no invitaban a la nena a sus casas, ni permitían que sus hijos fueran a jugar a la suya.
El aprendizaje de la niña comenzó a resentirse, se la veía triste, ensimismada. La terapeuta infantil les sugirió a las madres que me vieran.
Lo primera pregunta que les hice fue cuál era la actitud de ellas ante la niña.
Me dijeron que trataron de minimizar la situación. Estaba claro que esa respuesta no hacía más que aislar a la niña quien tampoco se sentía comprendida en su casa. Sentir como sentía era una especie de deslealtad con la causa de su familia.
Les recomendé hablar con ellas sobre el tema y validarle su bronca y tristeza, la situación no era fácil y sólo la podrían atravesar si se unían.
En sesión se hizo un plan para concretar esa ayuda. La primera era hablar con la directora y ver si estaba dispuesta a hacer una reunión de padres, así también como hablar con los chicos.
La segunda era cambiar a las chicas de escuela por otra que tuviera experiencia en familias homoparentales o, al menos, un público abierto donde eso no fuese un problema.
Recuerdo que Fabiana discutió esta idea: “Si vamos a cambiar de escuela cada vez que tengan un problema”
-No es cualquier problema. Ellas están comenzando a socializarse y se ven rechazadas. No son los hijos quienes deben pelear los problemas, ideología o lucha de los padres. Ellos deben sentirse protegidos.
-Cuándo vayan a la universidad, cuando trabajen, tendrán que vérselas con todos.
-Entonces serán grandes y tendrán recursos para hacerlo.
Mientras Fabiana tenía reuniones con la directora, Romina había estado averiguando en otros colegios y encontró uno con las características apropiadas.
Dos meses después las niñas fueron cambiadas de colegio. Esto significó varias sesiones con las chicas. La más grande, que sólo tenía seis años , pudo expresar su enojo. Llevó un tiempo hasta que cedió su conducta hostil sobre todo con Fabiana. A medida que la relación con sus nuevas compañeras de colegio fue creciendo, la niña empezó a reconciliarse con su madre y aceptar su situación. Lo ideal no existe solía decirle Romina, tenemos que aprender con los que nos toca.
Y es así. Dicen que en la escuela uno aprende primero y luego tiene la prueba, en la vida es al revés, un tiene primero la prueba y luego aprende. El aprendizaje no significa sólo atravesar la situación con el menor costo posible, sino también no quedarse pegado a la dificultad, ni pasarse la vida justificándose por lo que a uno le faltó.
Otro recurso muy importante en este caso fue la amistad con parejas gay que tenían hijos. El conocer chicos en sus mismas condiciones las alivió muchísimo. Podían ver que no eran las únicas, hablar acerca de lo que les pasaba, preguntar.
Hoy, un año después está integrada a su clase, es una niña aplicada y madura.
En este caso además del límite como barrera de resguardo, estaba fallando el diálogo.
 
CASOS CLÍNICO 3
María es una paciente individual que ha caído en una profunda depresión luego de la separación de su pareja.
Hacía 7 años se habían conocido y desde que se fueron a vivir juntas soñaron con formar una familia. Juntas planificaron cómo hacerlo y después de pensar en varias posibilidades, decidieron intentar con un banco de esperma. Primero intentaría una, luego la otra.
El primer intento fue de María, pero no resultó. Luego lo hizo Luisa, y ella sí se embarazó. La nena al momento de la consulta tenía 4 años. Se separaron cuando ella tenía 3, y sin bien en un principio María la veía 3 veces por semana, a los meses comenzaron los problemas, divergencias por horario de visitas, salidas, etc. Situaciones en los que Luisa hacía sentir su legitimidad biológica.
Un día, sin aviso previo la nena fue sacada del colegio cosa que María se enteró cuando fue a buscarla. La familia había desaparecido de la ciudad. Por amigos se enteró de que se habían ido, junto a la nueva pareja de la madre, a vivir a Uruguay. Nadie tenía la dirección, y los que la tenían (íntimos de Luisa) se la ocultaron.
Si bien las madres habían legalizado su unión todavía no se había promulgado el casamiento gay, y legalmente María no tenía ningún derecho sobre esta hija engendrada antes de la unión civil.
La impotencia de María no era sólo psicológica sino real. No podía reclamar nada. Mi tarea consistió en acompañarla y lograr que recuperara la fuerza para seguir luchando por la niña, pero no dejaba de preguntarme ¿Quién defiende a esa nena?
¿Qué ocurrirá con ella junto a una madre que no puede ver sus afectos y necesidades? ¿Cómo será la pareja de esta madre, si es cómplice de semejante actitud filicida?
En realidad este no es un problema estrictamente de gays . No son pocas las madres heterosexuales que luego de separarse quisieran borrar a su ex de la propia vida y también de la de sus hijos. Algunas llegan al punto de inventar una situación de abuso sexual con tal de sacarse de encima al padre. Pero los gays, mientras no tuvieron la ley del matrimonial y la posibilidad de adopción, estaban mucho más expuestos. No había nadie que protegiera a ese niño ni a esa madre afín.