Saltar al contenido

CONFLICTOS POR TERCEROS

CONFLICTOS POR TERCEROS (segunda parte)

LAS QUE SIRVEN PARA CORTAR LA RELACION

Muchas veces el interés por un tercero es el primer síntoma de la crisis de pareja. Un ejemplo es este relato de una paciente: «El día que me encontré de casualidad con mi ex novio, me llamó la atención la revolución que produjo en mí. Hacía rato que no sentía algo similar. Ahí me di cuenta que hacía años había perdido el entusiasmo».
Esta mujer y su esposo llegaron al tratamiento por pedido de él, que ante el hecho consumado pidió ayuda. Hacía tiempo que la relación había muerto, pero ninguno de los dos fue capaz de plantearlo a tiempo. Durante el tratamiento aprendieron a decir lo que sentían y a negociar, aunque esto lo tuvieron que poner en práctica para concretar la separación.
Otro caso es el de otra mujer que declaraba: «No la busqué, apareció en mi vida y no me resistí. El me hizo ver que se podía vivir mejor y por eso quiero divorciarme».
Aquí también, el tercero fue la excusa para concluir una relación insatisfactoria. El marido tenía una empresa familiar y ocupaba demasiado tiempo y energía en ella. La esposa lo había intentado todo, reclamar, llorar, argumentar… hasta que, haciéndole caso a su marido, intentó ocuparse de sus cosas, y allí, en su nuevo trabajo, conoció a su amante.
Hubiera debido divorciarse antes, pero temía la soledad.
Otra mujer decía: «Hace tiempo que nos llevamos mal, y ahora apareció un hombre que es todo lo que estuve esperando. Mi hermana dice que es demasiado prematuro, que no lo conozco lo suficiente, y tal vez tenga razón, pero ya no puedo seguir con mi marido».
Ese otro era la excusa para plantear el divorcio. Una vez efectuada la separación, la nueva pareja no pudo sostenerse. Después de unos meses de vivir separados, el matrimonio comenzó a frecuentarse. No sólo pudieron platear sus diferencias sino que habían aprendido a negociar. Todavía no han vuelto a convivir, pero puede que antes de un año lo hagan.

En todos estos casos, la infidelidad fue el detonante para concluir una situación que: por temor a la solead, a la crítica familiar, o simplemente por no ser reconocida ( absorbida por la rutina) estaba tapada. Una vez que fue puesta en evidencia, dio fuerzas para enfrentar el planteo de separación. Como dije en un principio esto es más común en las mujeres, porque la realidad de ellas durante el matrimonio y el divorcio es diferente a la de los hombres.
Las mujeres deben enfrentar la condena social, la soledad, y en muchos casos un mondo laboral para el que no estaban preparadas.
Por supuesto que esto está variando porque la realidad social ha cambiado. Por lo tanto no me extrañaría que en el futuro haya infidelidades de los dos tipos en ambos géneros.

LOS ENGAÑADOS

Los engañados tienen una participación muy activa en la situación de infidelidad, mucho más de lo que ellos advierten.
El triángulo remite a una situación de competencia, que a veces es estimulante y otras, dolorosa. Demanda demasiada adrenalina y energía tener que luchar todo el tiempo por conservar el lugar. Es como estar en permanente estado de conquista. De ahí que atraiga a muchas personas -sobre todo mujeres- con características inmaduras, incapaces de afectos más profundos y estables.

((Transcribo parte de un diálogo donde se ve claramente esta conflictiva interna:
Hace diez años que estamos casados y lo amo más que el primer día. Vivo pendiente de él. Todo lo que hago es para conquistarlo.

– ¿Después de diez años todavía no está conquistado?-Pregunté yo

Supongo que uno nunca puede estar del todo segura, sobretodo con un hombre como él, tan seductor. Y no me parece mal que así sea. No quiero una pareja donde estemos totalmente seguros y no haya incentivos.

Otra mujer me decía:
Lo amo demasiado. Mi hermana dice que me hace mucho daño, pero yo no lo creo. Quizás sufra cuando descubro algunas de sus “escapadas” , pero cuando siento que lo recupero, toco el cielo con las manos. Eso es algo que ella nunca sintió con su marido, estoy segura.))

Son muchas las mujeres que hacen alarde de su amor para justificar una relación desafortunada. En la mayoría de los casos se trata de relaciones que no han superado la primera etapa, la de conquista. Dan la sensación de encerrar mucha pasión , porque se desenvuelven al borde del abismo. Por su inmadurez éstas personas no han pasado a la etapa de colonización , que por tener menos adrenalina, es la más sólida y productiva.
Claro que no siempre se gana. Lo interesante es que si su pareja las abandona, la única manera que tienen de restablecer su autoestima herida, es con otro hombre, por lo general de las mismas características del anterior, con el que continúan el mismo juego desgastante.

Otra mujer así hablaba en mi consultorio:
«Le pareceré una idiota, pero la verdad, es que me casé sabiendo que esto podía ocurrir. Ya durante el noviazgo tuvimos varias crisis por el mismo tema. Es que mi marido es un tipo bárbaro y las mujeres prácticamente se le regalan».

En este caso ella consideraba que la infidelidad de su esposo era producto de sus buenos atributos, y no de su dificultad para comprometerse.
En otro caso, otra paciente comentaba: «Jamás me tomé en serio sus aventuras, justamente porque son eso , aventuras. Sé positivamente que él me elige a mí. Conmigo comparte su vida. Todo lo que ama está en casa. El resto es puro juego. Es como un chico y su infidelidad es producto de esa inmadurez».
Al hablar así, esta mujer ponía el acento en el hecho de haber sido elegida como pareja estable y eso la hacía sentir ganadora.
Todas estas mujeres tienen gran dificultad en aceptar los cambios. Desde temor a estar solas, a temor a crecer y comprometerse de otra manera con la pareja.
Lo importante para todas era ganarle a la contrincante, no construir otro tipo de pareja más productiva. Es interesante ver cómo ninguna hace alusión a la desconfianza como problema. Por el contrario, es el no poder confiar en el otro lo que las seduce. En todos los casos prefirieron estos hombres a parejas seguras que las «aburrían».

Claro que no todos los engañados o engañadas viven de manera excitante el juego de la competencia. Algunos, los más, se sienten profundamente lastimados, no solo por perder un ser querido, sino por su propia situación. Su autoestima ha sido dañada al punto de quedar totalmente desvalorizada. Entonces, en lugar de defenderse, se someten. Creen valer demasiado poco para retener al otro, con lo cual es común que se intente la reconquista.
Otra paciente decía: «Estoy muy confundida. Por un lado lo odio por lo que me hizo, pero después pienso que yo también hice mi parte ¿Acaso no dicen que los dos son responsables? Me da mucha bronca contra mí misma no haberme puesto las pilas y evitado que la situación lo llevara a él a hacer esto. No estoy dispuesta a dejar que todo se vaya a pique, voy a reconquistarlo».
En este caso, el infiel en lugar de castigo recibirá un premio, la seducción de su mujer, con lo cual no sería extraño que ante cada crisis repita su actitud. Al no haber reflexión sobre lo ocurrido, es imposible que haya modificación de conductas.
Es importante tener en cuenta que el adulterio es la expresión de una crisis de pareja, de la que los dos integrantes son responsables. Pero sólo el que engaña es culpable de haber hallado la mentira como salida. Por eso, si bien el desgaste es una cuestión que atañe a los dos, el adulterio solo es responsabilidad de uno.
Aclaro esto, no para enjuiciar a nadie, sino para desculpabilizar a aquellos que encima de sentirse engañados, cargan con la responsabilidad de un triángulo que no eligieron. Siempre es bueno saber que, no es una falta propia la que los ha sumergido en una situación tan dolorosa. Es el otro quien tiene la dificultad de no poner en palabras lo que le ocurre, y elige actuarlo. Tal vez si partimos de este concepto les sea más fácil perdonarse no ser lo suficientemente atractivo como para conservar la pareja. Y digo esto, porque una de las primeras cosas que siente alguien cuando se entera de que su pareja lo engaña es odio hacia sí mismo por no haber sabido inspirar amor en la persona que, desde ese momento, se ha convertido en mucho más valiosa que antes del engaño. Por eso, los o las engañadas tienen relación con el mito de Hera, la esposa de Zeus, que fue víctima de innumerables infidelidades de su amado.
Este arquetipo es fácilmente reconocible en la novia orgullosa que todo lo que pretende es casarse o en la encolerizada esposa engañada. Hace de su marido el centro de su vida, priorizándolo a sus propios hijos. No suele dar mucha importancia a la amistad de otras mujeres y generalmente no tiene una amiga del alma , inclusive puede cancelar cualquier compromiso si un hombre le pide que salga. Se relaciona con otras mujeres como parte de la pareja y se aleja de ellas si las considera una amenaza para su relación de pareja. Piensan que una mujer sin su marido no es nada. Con los hombres se relacionan para casarse. Les atraen los hombres competentes y exitosos. Relacionan la sexualidad con el matrimonio y no es raro que no tenga orgasmos al principio de consumada la boda. Tiene hijos porque son parte del matrimonio. Muchas de ellas proyectan sobre su marido un hombre ideal y suelen frustrarse y pueden volverse arpías cuando instan a su marido a que cambie.
Este arquetipo es apoyado por las pautas culturales que ven en el matrimonio la realización femenina. Una mujer Hera no casada puede sentirse incompleta, fracasada o puede ser impulsada a un mal matrimonio..

==============================
Hera, la diosa humillada (recuadro)

Hera fue la tercera esposa de Zeus, pero cuenta la leyenda que ellos se amaban desde mucho antes de que el dios tuviese sus dos primeras esposas. Es la protectora de las mujeres casadas y se la representa como una mujer violenta, celosa y vengativa, irritada contra Zeus por sus infidelidades. El le hizo sufrir todo tipo de humillaciones por su conducta promiscua y ella siempre se enfurecía con sus competidoras. Es famosa la furia de Hera y su vengatividad. Tuvo muchos hijos pero siempre priorizó a su marido.
Cuando Zeus le fue infiel, culpó por ello a las otras mujeres y canalizó su furia vengativa contra ellas o sus hijos. Recién se reconcilió con Zeus cuando él quiso recuperarla, al comprender que ella era capaz de abandonarlo.

=================================

La cultura hace una diferencia entre hombres y mujeres engañados. Pareciera que es más difícil para el hombre tolerar el engaño porque esta situación no solo pone en juego los afectos sino su propia virilidad. El entorno es fundamental en este aspecto. La idea de que para reparar su autoestima se debe ser implacable, muchas veces dificulta el perdón, aún a expensas del propio deseo.
Se quejaba un paciente en el consultorio: – Creo que en el fondo la comprendo, yo la dejé muy sola a raíz de mi trabajo, pero no quiero una terapia de pareja, temo que me vuelva a enganchar, y no estoy preparado para enfrentar a la sociedad. Tal vez si nadie se hubiese enterado, pero lo saben todos, mi familia, mis amigos. Ahora que lo pienso creo que estoy más enojado con ella por el poco cuidado que tuvo, que por lo que hizo en sí.

Lo social jugaba un papel fundamental en este caso. Es que la figura “del cornudo” es humillante, deteriora el honor de la persona, cuya única forma de lavarlo es castigando a la víctima. Hasta no hace mucho se condenaba a muerte por apedreamiento a las mujeres infieles.
Es interesante destacar que una vez efectuado el castigo, el hombre recobra su honor perdido. Por otro lado queda claro que éstas mujeres lejos de ser vistas como niñas, juguetonas, inmaduras, tal como se dice de ellos, son “malas, putas , etc”
Por eso la mujer engañada tiene permiso para la disculpa, incluso hasta puede ser vista como una expresión de amor, grandeza, madurez. Después de todo los hombres infieles, como decía anteriormente son vistos como traviesos, seductores o simplemente varoniles. ¿Y qué mujer no perdonaría a alguien así?

Quiero dedicar un párrafo aparte para los que intentan la reconciliación
Todos ellos, ya sean hombres o mujeres deberán trabajar especialmente sobre la confianza. No es fácil restituirla. Es posible que se necesite mucho trabajo de ambas partes y habrá que tener cuidado de que el engañado no utilice ese saldo que tiene a su favor para manipular al otro.

Pero también puede suceder que el triángulo, lejos de causar dolor funcione como incentivo. Como el caso de la mujer que comentaba: » Desde hace más de tres años vivimos en permanente triángulo, pero eso en lugar de deteriorar la pareja, la estimuló. Llevamos diez años de casados y estábamos bastante aburridos hasta que él comenzó con un affaire que lejos de dolerme, me reavivó, tal vez porque nunca me ocultó nada. A partir de ahí, él ha tenido varios episodios y con todos pasó lo mismo».
Aquí no hay engaño sino complicidad. Se trata de una conducta perversa, en tanto necesita de esta situación patológica para excitarse. La engañada, en todo caso, es la tercera persona que se ha convertido en instrumento de esta pareja.
Hay varios films que dan cuenta de esta situación, uno de los primeros, fue “juegos peligrosos” una antigua película francesa, luego hubo una versión más moderna, y también está el film de Tom Cruise y su esposa, llamado “con los ojos abiertos” donde la pareja tiene experiencias extramaritales que estimulan su sexualidad.
 La infidelidad es un tema álgido e implica también una actitud moral. Por eso, nada mejor que hacerse algunas preguntas y reflexionar sobre el hecho, ya sea sentado en el banquillo de los responsables como en el de las víctimas:

CUESTIONES PARA REFLEXIONAR (Para el engañado)
* ¿Después de enterarme de la infidelidad de mi pareja,siento que lo/la amo más o menos que antes?
* ¿Soy de las personas que se enamoran de la frustración o del amor que me profesan?
* ¿Qué me importa más estar con mi pareja o ganarle a mi rival?
* ¿Necesito saber los detalles de la infidelidad? ¿Quiero conocer las características de mi rival?
* ¿Qué va a pasar con el tema confianza de ahora en más?
* ¿Estoy más preocupada/o en que mi pareja me vuelva a elegir o me interesa más ver si a pesar de lo ocurrido vuelvo a elegirla/o?

TAREAS A REALIZAR
Haga un círculo que represente su vida y marque proporcionalmente aquello que está centrando su atención.
Reflexione sobre qué áreas está descuidando, ¿Existen ?
Dibuje abajo otro círculo de cómo le gustaría que se repartiera su energía.

¿Está conforme de que las infidelidad es de su pareja centralicen su vida.?

Piense cómo podría comenzar a ocuparse de ésas otras áreas.